La evolución económica de Pakistán en los últimos dos siglos presenta una trayectoria compleja, llena de avances y desafíos que han influido en su desarrollo actual. En el siglo XIX, el territorio que hoy conocemos como Pakistán formaba parte del Imperio Británico de la India. En ese tiempo, la economía estaba fuertemente centrada en la agricultura, con cultivos como el trigo, el arroz y el algodón, que no solo satisfacían las necesidades locales, sino que también eran recursos clave para las exportaciones del imperio. Sin embargo, la región carecía de una infraestructura industrial significativa, lo que limitaba su desarrollo económico y la hacía dependiente de las políticas británicas.
Según la Wikipedia, con la independencia en 1947, Pakistán heredó una economía agraria con una base industrial débil, lo que supuso un reto considerable. Durante las décadas de 1950 y 1960, el gobierno emprendió planes de industrialización y reformas agrarias para fomentar el crecimiento. Estas medidas, junto con inversiones extranjeras y la adopción de políticas económicas dirigidas por el estado, permitieron un periodo de crecimiento económico notable. Sin embargo, este progreso sufrió un revés significativo tras la guerra de 1971, que culminó con la secesión de Bangladesh. Este conflicto no solo redujo la base económica del país, sino que también dejó a Pakistán enfrentándose a problemas financieros y sociales.
En las décadas siguientes, Pakistán recurrió a una combinación de reformas económicas y ayuda internacional para estabilizar su economía. El Banco Mundial destaca que, entre 2001 y 2018, el país logró importantes avances en la reducción de la pobreza, gracias al crecimiento de sectores económicos más allá de la agricultura y al aumento de las transferencias enviadas por trabajadores pakistaníes en el extranjero. A pesar de estos logros, la economía pakistaní ha seguido enfrentándose a desafíos significativos, como altos niveles de deuda pública, déficits fiscales y una inflación persistente.
Según Datosmacro, en 2023 la deuda pública representaba el 77,29 % del PIB, y la inflación alcanzó el 17,3 % en abril de 2024, lo que ha afectado directamente al poder adquisitivo de la población.
Aunque la agricultura sigue siendo un pilar muy importante en la economía (llegando a representar aproximadamente el 21,8 % del PIB en 2010), Pakistán ha avanzado hacia una diversificación económica. Actualmente, el sector “servicios” aporta cerca del 50 % del PIB, mientras que la industria textil sigue siendo crucial, generando casi el 60 % de las exportaciones del país.
Por otro lado, las remesas enviadas por la diáspora pakistaní han sido una fuente fundamental de ingresos. La Organización Internacional para las migraciones subraya la importancia de estos flujos financieros en el desarrollo del país, especialmente en comunidades rurales donde las oportunidades económicas son limitadas.
A pesar de sus logros, Pakistán tiene que hacerle frente a retos de estructuración, como una base tributaria limitada, problemas energéticos y dependencia de préstamos internacionales. Hoy en día, el país necesita unas políticas económicas sostenibles que ayuden a impulsar la inversión en infraestructura, educación y tecnología para así poder asegurar un crecimiento inclusivo.
La evolución económica de Pakistán nos remarca la capacidad de resiliencia que tiene como país frente a adversidades históricas y contemporáneas, pero también es una evidencia de la necesidad de reformas de gran profundidad para garantizar su desarrollo a largo plazo.
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